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La REINA ISABEL II y su Impacto ante la Cámara ➜ Así era su Estilo Carismático

La Reina Isabel II fue una de las figuras históricas más observadas y escuchadas, y su presencia en vídeo tenía unos rasgos muy particulares. Su estilo de comunicación era admirado, e incluso imitado, por muchas personas. Pero también era ridiculizado y criticado por muchas otras. ¿Qué ocurría exactamente con el estilo carismático de la Reina Isabel ante la cámara para que generara reacciones tan opuestas? Vamos a analizarlo, porque es un caso de los más fascinantes.

La Reina Isabel poseía un carisma premeditadamente equilibrado, y esto es algo que no ocurrió de forma espontánea o natural, sino que requirió de entrenamiento. Pero, ¿qué significa que el carisma esté equilibrado?

El carisma se forma por una parte de autoridad y otra parte de accesibilidad. Es decir, por un lado tenemos la competencia, la profesionalidad y por otro lado tenemos la cercanía, la calidez. Si una de las dos falta, no hay carisma. Sin embargo, ambas pueden estar presentes en medidas muy distintas, dando así lugar a toda una variedad de estilos carismáticos. En el caso de la Reina Isabel, tanto la autoridad como la accesibilidad estaban presentes en medida notable. Pero esto no era así de forma natural.

Su coronación llegó cuando todavía era muy joven. Y, de forma natural, por su edad, por ser mujer y por su personalidad dulce y tímida, Isabel transmitía pura accesibilidad. Esto estaba muy bien a la hora de ganarse el afecto de las personas. Pero jugaba en su contra a la hora de conseguir ser respetada como reina. De modo que cada una de sus apariciones públicas necesitó ser precedida por asesoramientos específicos para impulsar su autoridad ante su audiencia.

Lenguaje paraverbal: La voz de la Reina Isabel II

Empecemos analizando su lenguaje paraverbal, es decir, su uso de la voz. De forma natural, la voz de la reina transmitía absoluta accesibilidad. Era una voz aguda, incluso un poco infantil y, cuando elevaba el volumen, llegaba a sonar estridente. ¿Cómo se compensó este exceso de accesibilidad en su voz? Pues aportando autoridad, no tanto en la voz en sí como en el uso que hacía de ella.

Por un lado, el ritmo del habla, tan marcado y rígido, subió el tono a su autoridad. No había balances naturales en su discurso, cada frase sonaba extremadamente confeccionada y orquestada. Y por otro lado, aplicaba lo que conocemos como “cierre de tono final”, que consiste en terminar cada oración con una bajada de tono para aportar comandancia a su voz.

¿Es diferente el lenguaje paraverbal de su hijo, el actual Rey Carlos III? Pues sí…y es que su voz, de forma natural, transmite total autoridad. Se trata de una voz grave, profunda y con fuerza. Su uso de la voz es similar al de su madre, pues habla de forma pausada, clara y también aplica el cierre final en buena parte de sus oraciones.

Otro aspecto con un gran impacto en la imagen de la Reina (y también ahora del Rey Carlos) era la selección de palabras de sus discursos. A este respecto, la composición de sus presentaciones orales era inmaculada, ayudando esto a la elevación de su autoridad. Las palabras exactas que utilizaba para comunicarse ante la cámara eran cuidadosamente seleccionadas por un equipo de expertos en comunicación pública, lo cual suponía una ventaja indiscutible a favor de su transmisión de autoridad. Aun así, incluso aunque todo el mundo sabía que sus palabras no eran necesariamente suyas, eso nunca fue un inconveniente de cada a atribuirle a su persona ese nivel de competencia y autoridad, pues era su voz la que hacía entrega del mensaje.

Imagen personal: La estética de la Reina Isabel II

¿Qué ocurría con la imagen personal de la Reina Isabel? ¿Cómo influía su aspecto físico en su carisma ante su audiencia?

La estética de la reina no necesitaba demasiada compensación, pues todo en relación con su imagen era cuidadosamente seleccionado. El hecho de ser mujer, ya de por sí la hacía transmitir cierta accesibilidad, pues es lo que el imaginario colectivo nos dice acerca de la calidez y la proximidad: que es cosa de mujeres. Entonces, fuera o no cálida y cercana, estereotípicamente iba a ser percibida de ese modo por defecto.

Sin embargo, era una reina. Su aspecto físico era siempre pulcro, pulido incluso. Su maquillaje era discreto, su peinado era ordenado y estructurado, su vestimenta se componía de materiales de calidad, estructuras marcadas y diseños clásicos. Por esta razón, podía permitirse jugar un poco con algo que a ella le encantaba: los colores. La utilización de colores llamativos subía el tono a su accesibilidad, pero no era un problema, pues la imagen física de la reina era precisamente el elemento más fácil de orquestar a conveniencia, y todo lo demás en su imagen transmitía autoridad.

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¿Pasa lo mismo con el Rey Carlos III, su hijo? No exactamente. En su juventud, el príncipe Carlos tendía a no transmitir demasiada autoridad con su aspecto físico, pues poseía rasgos llamativos y que a menudo eran objeto de burla y caricaturización. Esto es algo que ahora, como Rey, no llama tanto la atención, pues ya tiene una edad a la que sus rasgos no destacan como cuando era un jovencito. Al igual que el hecho de ser mujer, a la reina le aportaba una accesibilidad estereotípica, al rey Carlos, el hecho de ser hombre le aporta justo lo contrario: una autoridad estereotípica. Las personas tendemos a percibir mayor autoridad en los hombres que en las mujeres, por una simple cuestión cultural, y esto juega a favor de la percepción de competencia en el hijo de la reina.

Esta autoridad por defecto es apoyada por una imagen igual de pulida que la que presentaba su madre. Con tejidos de calidad, formas estructuradas, cortes clásicos. Pero en su caso, prescinde del componente de accesibilidad que aportaban a la reina sus colores llamativos y alegres. A diferencia de lo que ocurría en la juventud del príncipe Carlos, podemos decir que la imagen física del Rey Carlos III transmite, fundamentalmente autoridad.

El lenguaje corporal de la Reina

El lenguaje corporal de la Reina Isabel II era extraordinariamente contenido y discreto. Sus discursos ante la cámara eran precedidos por mucha preparación y labor de pulido y perfeccionamiento, de modo que difícilmente podría presentarse un lenguaje corporal espontáneo y natural, pues nada en los discursos era espontáneo y natural. De hecho, la mayor parte de sus discursos eran leídos, directamente.

Por lo general, utilizamos nuestro lenguaje corporal para ayudarnos a nosotros mismos en la tarea de expresar lo que está en nuestra cabeza. En el caso de la Reina, no había ni un pizca de improvisación cuando daba un discurso, de modo que su cuerpo no tenía necesidad de acompañar a sus palabras para hacerse entender. Cada palabra estaba ya seleccionada y ella no necesitaba ni siquiera prestar atención a lo que decía. Debía entregar el discurso, sin más. 

Esta ausencia de lenguaje corporal la hacía transmitir autoridad, competencia. En cambio, un lenguaje corporal más espontáneo la habría ayudado a transmitir accesibilidad y cercanía. ¿Era esta descompensación un problema para su carisma? Pues en cierta medida lo fue, pues precisamente en la rigidez de sus apariciones ante la cámara se basaban buena parte de las parodias e intentos por ridiculizarla. Sin embargo, ella era una reina. Ese hermetismo corporal e incluso facial eran precisamente lo esperable en la imagen de una reina. Muchos otros aspectos de su comunicación transmitían calidez y cercanía, de modo que nunca supuso un gran problema el hecho de que su lenguaje no verbal no fuera expresivo ni espontáneo. Su estilo carismático no necesitaba transmitir espontaneidad.

¿Cómo es esto en el caso de su hijo? Pues aunque Carlos III presenta un lenguaje corporal también discreto, no llega a los niveles de rigidez de la reina. Es cierto que sus manos a penas se mueven y su rostro no gesticula de forma muy evidente, pero cuando habla, su cuerpo tiende a moverse más, sobre todo su tronco y su cabeza. Esos movimientos no siempre son coherentes con el mensaje que transmite con palabras, pero sí tienden a ser espontáneos. Se nota que su cuerpo se mueve porque quiere moverse, no porque se trate de ninguna estrategia de comunicación.

Carlos III siempre fue una persona más emocional y sensible que su madre, y ese nivel emocional se traslada irremediablemente al movimiento corporal. De hecho, su lenguaje corporal fuera de la cámara sí tiende a desplegar un mayor abanico de movimientos. Es probable que para sus conocidos cercanos, él sea una persona con un fuerte peso de accesibilidad y baje un poco el volumen de su autoridad percibida.

Las rupturas de patrón de la Reina de Inglaterra

De forma natural, la Reina Isabel II transmitía pura accesibilidad. Su voz, ciertos elementos de su aspecto físico, el hecho de ser una mujer joven en su momento y, más tarde, el hecho de ser la viva imagen de abuelita de todo el mundo.

Sin embargo, tuvo un enorme trabajo de diseño y asesoramiento en cuanto a la imagen pública que transmitía, tanto en sus apariciones ante la cámara como en sus actos presenciales. Y la mayor parte de ese trabajo se centró en aportarle autoridad a su impacto, en subirle el tono a la competencia y la magnanimidad de su figura.

El resultado fue una intachable imagen que combinaba la autoridad predominante de una reina con los toques de accesibilidad de una madre para su nación y, en cierto modo, para buena parte del mundo. Sin embargo, la Reina era conocida y querida por sus ocasionales rupturas de patrón.

Una ruptura de patrón es un elemento desconcertante dentro de una sucesión de elementos esperados. Lo esperable en la Reina era lo que siempre veíamos de ella: su imagen regia con sutiles atisbos de ternura. Lo inesperado en ella eran los toques de humor. Y precisamente esos escasos pero rompedores toques de humor eran los que disparaban su carisma, pues rompían el patrón, sorprendían. Y a los seres humanos nos encanta que nos sorprendan. Cuando la Reina sorprendía a su audiencia, conseguía conectar emocionalmente con ella. Y esa es una parte invaluable del impacto ante la Cámara y en persona.

En cuanto al Rey Carlos III, probablemente tendremos de ahora en adelante muchas ocasiones de verlo expresarse como rey. Por el momento, yo diría que nos podemos esperar una relativa presencia de toques de humor, tal vez más presentes que en el estilo comunicativo de su madre.

El impacto de la Reina de Inglaterra ante la cámara estaba confeccionado al detalle para transmitir exactamente lo que a la Corona le interesaba que su audiencia viera en ella. Y el resultado fue una monarquía sorprendentemente apoyada y respetada por parte de su pueblo. El impacto ante la cámara es vital a la hora de alcanzar resultados, y ese impacto tomará una u otra forma dependiendo del objetivo que quieres alcanzar. Te invito a que te pases por 30kcoaching.com/impacto Estamos a punto de arrancar esta edición del programa de entrenamiento IMPACTO ante la Cámara. Y tú puedes formar parte de este grupo beta, para entrenar las competencias exactas que te van a convertir en una persona con un impacto poderoso ante la cámara.

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