Grandes pensadores como Jorge Bucay, Wayne Dayer o Robin Sharma defienden la idea de que eres responsable de todo lo que ocurre en tu vida.
Se trata de una afirmación controvertida y que a menudo provoca malestar, pero estos autores no están equivocados y te voy a explicar por qué. Tú careces de control sobre circunstancias externas a tu vida como puede ser un terremoto, la muerte de un ser querido o un accidente de tren. Pero, párate a pensar por un momento en qué es tu vida y verás que nada de eso lo es. Tu vida es tu existencia, tu presencia, es todo lo que tú experimentas y, cuando un ser querido muere, tú no experimentas su muerte, experimentas las emociones que se derivan de todo lo que piensas a raíz de esa muerte. Piensas que no volverás a ver a esa persona, que no podrás volver a hablar con ella, que te quedaron tantas cosas por decirle, que era muy joven para morir.
Todos esos pensamientos provocan emociones en ti. En este caso probablemente tristeza o incluso depresión. Y esa es tu vida. Los pensamientos, la tristeza y tu comportamiento a raíz de eso. Tu vida no es la muerte de esa persona, aunque si no haces nada al respecto esa muerte puede hundir tu vida.
Por lo tanto, cuando se dice que eres responsable de lo que ocurre en tu vida, lo que se está queriendo decir es que eres responsable de lo que piensas, lo que sientes y lo que haces, porque eso es en realidad tu vida.
Partiendo de este punto puedes identificar sin problema cuándo algo es una consecuencia propia, es decir, una consecuencia de la que debes responsabilizarte; y cuándo algo no lo es.
Las consecuencias te pertenecen a ti siempre que se deriven de tus pensamientos sentimientos o acciones. Por ejemplo, cuando te sientes preocupada o preocupado porque no sabes si tu hija aprobará su examen. Ella no es responsable de tu preocupación, lo eres tú porque estás escogiendo pensamientos que te generan ansiedad.
Por lo tanto, cuando en esa situación de ansiedad le das una mala contestación a tu pareja, la culpa de lo que acabas de hacer no la tienen tus preocupaciones. Es tu responsabilidad porque estás permitiendo que esa emoción te domine. Del mismo modo, si ante tu mala contestación, tu pareja te responde mal a ti también; tú no eres responsable de cómo se sintió ni de cómo actuó porque esas son decisiones que tomó tu pareja.

Y aquí nos encontramos un dilema. El famoso dilema de la provocación. ¿tienes tú el poder de provocar emociones y actos en otras personas? No, no lo tienes. Aunque has de tener en cuenta que no todas las personas poseen el mismo nivel de autocontrol que tú. Es decir, que aún siendo ellas las únicas responsables de sus pensamientos, sus emociones y sus actos, no han desarrollado suficientemente su inteligencia emocional como para ser capaces realmente de decidir.
¿Y esta carencia las exime de su responsabilidad? Por supuesto que no. Una persona tiene el deber moral de trabajar consigo misma tanto como necesite para responsabilizarse de su propia vida.
Aclarado esto ya es una cuestión personal el tratar o no de evitar producir situaciones en las que sabemos que a otra persona le va a resultar especialmente complicado autocontrolarse. Por ejemplo, si a una de mis amigas le molesta que hable muy alto, yo sé que es cosa suya, no es mi responsabilidad atender a sus preferencias, pero yo quiero a mi amiga. Por lo tanto hablaré bajo para ayudarla a sentirse tranquila. Si yo hablo alto y ella se pone nerviosa, es su responsabilidad, pero siempre que a mí no me suponga un perjuicio yo haré lo que pueda por ponérselo fácil y conservar su amistad. Y esto mismo ocurre en cualquier situación del día a día.

Si podemos evitarlo y nos da igual no hay necesidad de poner a prueba el autocontrol de las demás personas en todo momento, por simple amabilidad. Pero no olvides que no eres responsable de lo que otra persona piensa siente o hace, ni viceversa.
Ahora bien… la vida suele mantener un equilibrio entre lo que das al mundo y lo que recibes de él. Por eso mi consejo es que seas amable siempre que puedas y tendrás una vida mejor. Sé que este puede ser un tema un poco más complicado que el resto porque da lugar a muchísimas polémicas y, para poner a prueba tu reconocimiento de consecuencias propias, te voy a exponer precisamente un ejemplo de los más controvertidos para que lo analices. Lo podrás trabajar en la siguiente clase práctica.
Por el momento, ve a tu libreta y relata dos ejemplos de situaciones reales:
– Una en que alguien haya tratado de responsabilizarte de sus actos.
– Una en que hayas tratado tú de responsabilizar a otros de tus actos.

No Comments