Voy a explicarte qué es el carisma exactamente. Cuál es la fórmula que hará que incrementes muchísimo tu puntuación carismática.
Porque si a día de hoy no eres una persona carismática, no es porque te falte alguna especie de don natural. Es simplemente porque no estás aplicando la fórmula correcta.
Ya te he contado que mi libro “Tú dejas huella” ya está disponible en preventa, y en él te explico exactamente cómo convertirte en una de esas personas que dejan huella, que impactan. Y lo haremos con ejercicios concretos y desafíos para ayudarte a implementar y conseguir los resultados que buscas en tu relación con otras personas.
La fecha del lanzamiento es el 28 de abril. Pero puedes reservar ya tu ejemplar para ser el primero en recibirlo. Te voy a dejar el enlace abajo, en la descripción, para que tengas acceso a la preventa desde este mismo momento. Si lo prefieres, escribe en tu navegador https://30kcoaching.com/libro
¡Venga! Vamos a ver qué es esto del carisma y cuál es su fórmula.
Primeras teorías
Te sorprendería saber qué teorías hubo en torno al carisma a lo largo de la historia. Algunas de ellas llevaban el tema a un terreno de misterio e incluso magia. Aunque poco a poco el concepto fue tomando forma.
Por ejemplo, el sociólogo alemán nacido a finales del siglo XIX, Max Weber, hablaba del carisma como una cualidad extraordinaria. Un poder sobrenatural otorgado de forma mágica a unos cuantos seres humanos desde su nacimiento.
Esto significaba que el carisma de ningún modo se podría trabajar o desarrollar, pues era una propiedad innata de unos pocos, y sin posibilidad de intervención a través de aprendizajes o entrenamientos de ningún tipo. El objetivo del carisma era el ejercicio de la autoridad sobre las personas.
En la misma época, el sociólogo francés Gustave Le Bon hablaba de una cualidad equiparable al carisma: lo que él llamaba “prestigio”. Y lo describía como el dominio que ejerce una persona sobre la mente de otras. Y este dominio suponía la principal fuente de toda autoridad.
Le Bon incorporaba comparaciones entre ese prestigio y la hipnosis, que daba lugar a un efecto imitativo.
Por su parte, e inspirado en este último, el neurólogo austriaco Sigmund Freud seguía comparando el carisma con la hipnosis. Pero incorporó a esta comparación una identificación afectiva por parte de lo que él llamaba “la masa” hacia la persona que ejercía el carisma, es decir, el líder.
Y esta identificación efectiva es un elemento crucial para la fórmula a la que estamos a punto de llegar, pues refleja otro ingrediente fundamental para el carisma que se aleja de la autoridad, principal protagonista hasta el momento.

Qué es el carisma en el siglo XX
Si echamos un vistazo a teorías más actuales, ya en el siglo XX, el profesor universitario estadounidense Bernard Bass vinculaba el carisma a la capacidad para ampliar y elevar los intereses de otras personas. Es decir, de los empleados, en sus teorías de liderazgo.
A finales de siglo, el profesor Boas Shamir comienza a vincular el carisma con la habilidad para fomentar la autoexpresión en las personas. Y también para magnificar su autoconcepto.
Se mencionan elementos muy diferentes entre sí, pero todos parecen tener en común la idea de que el carisma es, de algún modo, un impacto en otros. Se trata de la habilidad para tener un efecto determinado en las personas.
El carisma en nuestro siglo XXI
Ya en nuestro siglo XXI, desde la escuela de negocios de la Universidad de Harvard, se llevó a cabo una investigación a través de la cual se pretendía llegar a comprender qué elementos son exactamente los que determinan que una persona sea percibida como carismática.
La investigación, llevada a cabo por la psicóloga social Amy Cuddy y sus consultores Matthew Kohut y John Neffinger, llegó a la conclusión de que existen dos factores que, combinados, dan lugar a la fórmula perfecta del carisma. Estos dos factores son la accesibilidad y la autoridad.
Fue famosa la declaración de Maquiavelo en la que afirmaba que, puesto que es imposible ser temido y ser amado al mismo tiempo, un líder debe optar siempre por ser temido. Y esta idea caló hondo en el mundo de la empresa, teniendo todavía en la actualidad un peso importante en el modo en que se conciben el liderazgo y la influencia.
Sin embargo, Amy Cuddy y su equipo refutaron tajantemente esa teoría con su investigación. No sólo dieron a la calidez y la proximidad un papel protagonista en el carisma, sino que incluso establecieron que el mejor modo de influir en las personas de forma efectiva es combinando lo que Maquiavelo consideraba incombinable: el amor y el miedo. O, en otras palabras, la accesibilidad y la autoridad. La calidez y la competencia.
La fórmula del carisma
Y así llegamos a la fórmula del carisma. Se trata de una presencia más o menos equilibrada de autoridad y accesibilidad.
La accesibilidad y la autoridad son dos características bastante opuestas, pero se pueden compatibilizar. Y precisamente las personas más carismáticas son las que consiguen transmitir una muy buena accesibilidad y también una muy buena autoridad.
Cuando conoces a alguien nuevo, tu subconsciente valora al instante en qué medida esa persona transmite accesibilidad y autoridad, es decir, en qué medida esa persona te resulta carismática.
Cuando tengas en tus manos tu ejemplar de mi libro “Tú dejas huella”, te acompañaré a través de un proceso transformador para desarrollar las competencias que harán de ti una persona irresistiblemente carismática.
No Comments