A veces dramatizamos los problemas (sean grandes o pequeños) e incluso paralizamos nuestra vida porque algo no es como queremos que sea. Pero existe un proceso que, aplicado a cualquier problema, nos hará la vida mucho más fácil.
Yo soy Sandra Burgos, esto es 30K Coaching y hoy te voy a contar cuál es ese proceso al que puedes someter cualquier problema.
Para comprender el proceso, escoge un problema que tengas en tu vida personal, social o laboral. Un problema que te esté preocupando últimamente, uno que te resulte especialmente frustrante.
Ahora vamos a identificar el grado de influencia que tienes tú sobre ese problema para que puedas decidir de forma racional qué harás al respecto.
Control directo
Puedes decir que tienes control directo sobre el problema si éste se solucionará cuando tú, personalmente, hagas algo concreto.
Si este es tu caso, no tienes más que decidir cuándo y cómo lo vas a hacer… ¡y ya no hay problema!
Control indirecto
Sabes que tienes control indirecto sobre tu problema cuando tú, personalmente, no puedes hacer nada al respecto. Pero otra persona concreta sí podría hacerlo.
En este caso, lo que debes decidir es de qué modo ejercerás tu influencia sobre esa persona para que te ayude. ¿A través de tu capacidad de persuasión? Si no confías en que tu persuasión sea lo suficientemente fuerte, busca un modo de negociar con esa persona. Tiene que haber algo que tú puedas ofrecer en su beneficio para que él o ella decida ayudarte. En cuanto encuentres tu estrategia de influencia, podrás despedirte del problema.
Control inexistente
A veces no hay nada que tú puedas hacer para solucionar el problema, y tampoco puede hacer nada otra persona; es decir, careces totalmente de control sobre ese problema. Esto ocurre, por ejemplo, con la muerte de un ser querido. Tú tienes control directo sobre tu proceso de duelo y recuperación, pero tienes control inexistente respecto de la muerte en sí.
Si este es tu caso, y aunque no te guste, lo único que puedes hacer al respecto, es dejar de preocuparte, aceptar la situación y seguir adelante. Las cosas no van a cambiar por mucho que tú te martirices, de modo que hazte a la idea de que el problema estará ahí es tiempo que tenga que estar y que no depende de ti. Sólo si lo aceptas, aunque duela, podrás recuperar tu paz al respecto.
¿Cuál ha sido tu valoración del problema? ¿Tienes control directo, indirecto o inexistente sobre él? ¿Y? ¿Qué harás al respecto entonces? Pásate por la sección de comentarios y cuéntanoslo.
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Y recuerda: Tienes a tu alcance mucho más de lo necesario para ser feliz. ¡La decisión es tuya!
Referencia bibliográfica: Covey, S. R. (2013). Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva (11ª edición). Barcelona: Booket.
3 Comments
Antonio
27 mayo, 2016 at 12:21 pmhola Sandra,en estos casos de controles, he vivido situaciones de los los tres tipos,las de control inexistente son más azarosas y turban más mi control pero más o manos en un tiempo razonable las asimilo,gracias por tu trabajo te envío un abrazo.
Sandra Burgos
30 mayo, 2016 at 12:32 pmMuchas gracias por tu comentario, Amtonio. Otro abrazo para ti 🙂
Daniel Alvarez
1 enero, 2017 at 11:02 pmHola Sandra. Enhorabuena por el artículo. Hay un refran que dice. “Si tu mal no tiene cura, para que te apuras, y si tiene cura, para que te apuras”. Creo que es la escencia de tu artículo. Si el problema no esta en tus manos resolverlo asumelo y sino toma el control. Un saludo y feliz año.