Los sueños, tu momento de libertad
Desde siempre la humanidad se ha sentido fascinada por los sueños, pero ¿sabes qué es en realidad un sueño? Pues es un misterio, un misterio muy fascinante. Podemos decir que soñamos cuando estando dormidos, en un momento dado, nuestro cerebro crea una serie de imágenes, habitualmente en forma de sucesos que se nos aparecen en la “tele” privada en nuestra mente, y somos conscientes de estas imágenes igual que si fueran reales.
Lo importante de la interpretación psicológica de un sueño es que, en él, no somos nosotros mismos (aunque en otro sentido sí somos por completo nosotros), hemos bajado la guardia, estamos desinhibidos y libres de las presiones de la vida de vigilia.
Muchas veces las imágenes de un sueño normal se relacionan unas con otras de una forma que te parecerá fantástica, surrealista, irreal. Además, unas veces cuentan una historia clara y fácilmente comprensible, y otras son escenas que no parecen tener ninguna relación entre sí ni con nuestra vida consciente.
Nuestros sueños pueden ser el mensajero de una información interesantísima: Cómo somos de verdad bao nuestra máscara superficial
Muchos sueños son probablemente mensajes del inconsciente, de las profundidades de nuestra personalidad, profundidades con las que no estamos conscientemente en contacto. En realidad, nuestros sueños pueden ser el mensajero de una información rápidamente disponible sobre cómo somos de verdad bajo la máscara superficial de la educación, el entorno y la conciencia social, ya que los sueños son insensibles a las consideraciones sociales.
Los sueños en la historia
Los documentos más antiguos sobre la vida del hombre nos recuerdan que los sueños siempre han sido considerados como algo importante. Los antiguos egipcios creían que eran mensajes de los dioses, y fueron ellos quienes elaboraron, 1300 años antes de Jesucristo, el primer libro sobre los sueños.
El Antiguo Testamento está lleno de sueños, y a pesar de las diferencias religiosas de las distintas culturas, no diferían demasiado en la interpretación de los sueños. El profeta Mahoma los consideraba muy importantes, empezaba cada día preguntando a sus discípulos qué habían soñado y contándoles sus propios sueños.
La primera obra importante sobre los sueños que se ha divulgado, del griego Artemidoro, se escribió en el siglo II. Su autor afirmó, muy convencido, que los sueños “son infundidos a los hombres para su beneficio e instrucción”.
Los grandes estudiosos del siglo XX
Tras considerar los sueños durante siglos de forma frecuentemente irracional, los siglos XIX y XX fueron testigos de un movimiento que se propuso examinar su verdadero significado e importancia.
En 1990, el psicólogo Freud publicó “La interpretación de los sueños”, en el que afirmó que los sueños tratan de manifestaciones importantes de la vida interior. Según Freud, los sueños permiten que los deseos prohibidos se expresen de manera encubierta, facilitando la tranquilidad del soñador.
Los antiguos egipcios creían que los sueños eran mensajes de los dioses y fueron los primeros en escribir un libro sobre ellos
Carl G. Jung es también un psicólogo importante, cuyos trabajos sobre los sueños siguen siendo de gran interés. Afirmaba que la interpretación de los sueños dependía en gran medida de las circunstancias individuales de quien sueña y del estado de su mente.
Dormir, una necesidad básica
Como ya debes saber, la necesidad que tenemos de dormir y de apartarnos de nuestras tareas diarias es verdaderamente muy fuerte. En todas las personas, la acción normal de dormir sigue la misma pauta. No tiene relación con el clima ni con el lugar. Digamos que hay partes de nuestro cuerpo que, mientras dormimos, están relajadas, aunque ello no evita que durante nuestro descanso nocturno podamos movernos decenas de veces.
Pasarás alrededor de cuatro años de tu vida soñando, a razón de noventa minutos por noche ¡y todo mientras estás dormido!
Todavía hoy existen muchas preguntas sin respuesta sobre la naturaleza del sueño, pero una cosa debemos tener clara: si queremos llevar una vida saludable, debemos dormir durante un período determinado cada 24 horas.
Tu cuerpo y el sueño
Pasarás alrededor de cuatro años de tu vida soñando, a razón de unos 90 minutos por noche de promedio. De hecho, esta actividad mental se produce más de una vez por noche, cada 80 minutos más o menos. Tus primeros sueños nada más acostarte tienen una duración de pocos minutos y los últimos de cerca de media hora. Nos es más fácil acordarnos de lo último con lo que hemos soñado porque a menudo su contenido hace que nos despertemos. Una noche “normal” de compone de cuatro o cinco ciclos de una duración variable, que va de los 60 a los 100 minutos según la persona.
Cada ciclo se inicia con una fase de sueño “lento”, caracterizada por una actividad mental de poca intensidad y culmina con una fase llamada “paradójica”, que es justo el momento en la que se produce tu sueño propiamente dicho. ¿Por qué se denomina “paradójica”? Pues porque durante esta fase, todo tu organismo cambia su funcionamiento normal. Tu cuerpo está casi paralizado y es incapaz de tener respuestas físicas, contrariamente a lo que ocurre durante la fase “lenta”. Todos tus movimientos se reducen a algunas contracciones musculares, de la cara o de los dedos. Además, tu ritmo respiratorio y cardíaco es menor e incluso tu tensión arterial es más baja que durante el día. Otra diferencia notable tiene que ver con tus ojos, que se mueven con mayor rapidez. Los especialistas suelen llamar a la fase en la que soñamos fase R.E.M. (siglas inglesas de rápidos movimientos oculares).
Durante el sueño tus movimientos se reducen a pequeñas contracciones musculares de la cara o de los dedos y tu cuerpo está casi paralizado
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